lunes, 30 de abril de 2007

Subida al Angliru 20/04/2007



¿Qué pasa "biciosos"?
Como muchos sabéis el objetivo que teníamos para la salida de ayer domingo era, nada más y nada menos, que subir el Angliru desde Lugones.
El sábado, para ir calentando motores, nos hicimos una ruta sencillita y a ritmo de colegas para no quemarnos de cara al domingo (57Km en 3h 22minuots, 17Km/h de media). Aun así no faltaron un par de repechos dignos de mención que aunque los subimos a ritmo tranquilo si que se hicieron notar. El mismo sábado ultimamos los detalles de la salida del domingo. Saldríamos una hora antes de lo normal para tener tiempo y subiríamos por Santa Eulalia de Morcin.

(perfil sacado de la página del Grupo Ensidesa Cicloturismo)

Este detalle podría parecer no importante, pero nada más lejos de la realidad amigos míos. Lo que es la subida al Angliru propiamente dicha empieza en un área recreativa que se llama Viapará. A Viapará, desde Lugones (desde Oviedo), se puede llegar, siempre subiendo, de dos maneras. O por Santa Eulalia de Morcin o por Riosa. Por lo visto, la ruta que pasa por Riosa es más larga en kilómetros, pero con una subida más tendida. La ruta que pasa por Santa Eulalia tiene menos kilómetros pero, como ambas llegan a Viapará, tiene necesariamente más desnivel. Para aclararlo un poco os pongo los dos perfiles. Como digo nosotros subimos desde Santa Eulalia, pero el perfil desde Riosa tiene más detalles de cómo es en realidad la subida al Angliru desde Viapará.

(perfil sacado de la página del Grupo Ensidesa Cicloturismo)

Total que quedamos a las 08:15 de la mañana el en bar de la estación del tren. Único bar abierto un domingo a esas horas. Lleno, como no podía ser de otra manera de trasnochados aprovechando para tomarse el último cubata. Allí nos presentamos Raúl, Jorge, Oscar, Juan y yo. A Víctor le recogeríamos por el camino, en la Corredoria. Una curiosa mezcla de novatos y expertos. Oscar, Juan y yo éramos noveles en esta aventura, Jorge buscaba su segunda ascensión, Raúl su tercera y Víctor no se acuerda del montón de veces que ha subido.
Nos tomamos el pertinente café y a las 08:30 nos pusimos en marcha entre bromas y consejos de cómo afrontar la subida.
De Lugones a Oviedo es subida, no muy empinada, pero subida, de Oviedo a Santa Eulalia es fundamentalmente llano. Pero a partir de Santa Elulalia es todo para arriba. No se puede decir que fuésemos muy deprisa, pero os puedo jurar que despacio no íbamos. Enseguida nos dividimos en dos grupos, Oscar, Víctor y Jorge en cabeza y Raúl, Juan y yo manteniendo el tipo. He de decir que a mi este primer tramo se me hizo eterno. Se hablaba de subir a Busloñe y cuando llegamos a Busloñe no dejamos de seguir subiendo. Incluso con rampas del 11,5%, 12,8%, 14% y ¡¡¡17%!!! Cuando llegamos a Viapará el cuenta kilómetros marcaba 30 kilómetros exactos de los cuales los 11 últimas habían sido de subida, y os puedo asegurar que de subida "interesante". Yo no se los demás, pero este que os escribe, cuando llegó a Viapará estaba ya de subir hasta los mismísimos. ¡¡Y quedaba lo mejor!! Yo entiendo perfectamente que a ese área recreativa la llamen Viapará. Después de todo es un sitio de "pará" obligatoria después de haberte metido entre pecho y espalda una subida "curiosa" y antes de darte un atracón de subida "divertida".
En Viapará nos sacamos una foto para que constase que por lo menos hasta allí habíamos llegado. En la foto podéis ver, de izquierda a derecha, a Juan (sin mote de momento), a Raúl "el abuelito", a Jorge "el Furby", a Oscar "la apisonadora de cuatro caños" y a Víctor "el enano gruñón".
Al ponernos en marcha pasamos delante de una señal que no pude dejar de retratar. La verdad es que si lo pensáis la cosa tiene su miga. La señal dice: Prohibido pasar de 40Km/h, atención a las vacas, a los derrumbes y a los desniveles de hasta el 24%. Vamos, para darse la vuelta en ese mismo instante. No solo desniveles dignos de becario de ingeniería de caminos sino que además derrumbes y vacas sueltas ¿y para fastidiar no nos dejan pasar de 40km/h? ¡Pues no vamos a poder subir a la carrera! Tendremos que subir en plan amiguetes de paseo por la montaña..... Bueno yo os puedo asegurar que no pase de 40km/h y doy fe de las tres advertencias que se hacían en la señal, había vacas sueltas (y vaqueros buscándolas), derrumbes (había llovido mucho los días de atrás) y me parece haber pasado repechos como los que se advertían, aunque no estoy muy seguro.
Hasta Viapará el paisaje estaba siendo espectacular, pero el disfrutar se iba a acabar. El Angliru estaba envuelto en una densa niebla que iba a impedir por un lado que disfrutásemos del paisaje y por otro que pudiésemos ver lo que nos quedaba de subida (no se si esto es bueno o malo). Sea como sea nos pusimos en marcha. El Angliru está muy bien señalizado, en cada curva, en cada repecho tienes un cartel que te va diciendo que desnivel estás sufriendo, cuantos kilómetros te quedan por sufrir hasta la cima y el nombre propio de esa curva o repecho en concreto (digo yo que en honor de un ciclista muerto en ese punto). En Viapará la primera señal decía que nos faltaban 6,5km hasta la cima.
Ya en la primera rampa Víctor y Oscar imprimen un ritmo que a los demás nos parece a todas luces de locos. La verdad es que en poquísimos metros afrontamos unas rampas duras (En el perfil marcadas con un 14% y con un 20% en las Cabanes) que nos obligaron a cada uno a buscar nuestro ritmo de subida. Víctor y Oscar por delante y por detrás de mí venían Jorge con Juan a rueda y unos metros por detrás Raúl. Poco más puedo contar, al poco perdí entre la niebla a Víctor y a Oscar por delante y a Jorge, Juan y Raúl por detrás. Me quedé aislado. ¿Que haces cuando estás en medio de una subida rodeado únicamente de niebla? Pues nada, me puse un ritmo "cómodo" y me dispuse a subir a mi bola. Pedaleaba fundamentalmente sentado, pero levantándome de cuando en cuando para atacar las rampas más duras. Tranquilamente y sin agobiarse.
Cuando llevaba subiendo unos dos kilómetros vi por delante de mí a Oscar. Tampoco quise cebarme, pero el contacto visual me sirvió para motivarme y acelerar para alcanzarle. Me estaba encontrando bien dentro de lo posible y la posibilidad de subir acompañado era muy interesante con lo que nos quedaba por delante.
Alcancé a Oscar e intercambiamos las típicas palabras: "¿Como vas?", "De momento bien", "¡Vaya rampas!", "Hay que regular que todavía nos queda la Cueña les cabres", etc, etc. Tampoco mucho más que había que ahorrar oxigeno. Rodamos juntos muy poco, porque al levantarme sobre la bici para atacar una rampa se me rompió la cadena de la bici.
Creo que los cagamentos y juramentes se oyeron claramente en el cielo, no en vano estábamos a más de 1.000 metros sobre el nivel del mar. Con lo bien que yo me encontraba.....
Le dije a Oscar que siguiese, que tenía de todo para reparar la avería sin problema. Me puse a reparar la cadena y en ese momento recibí una llamada telefónica. No quise contestarla, estaba tan enfadado que lo único que quería hacer era reparar la cadena lo más rápidamente posible para no perder demasiado tiempo y no enfriarme mucho. Con la sudada que tenía y la humedad que la niebla dejaba en el ambiente si te quedas mucho tiempo parado luego pareces robocop. Más tarde me enteré de que la llamada era de Andrés y Jorge Nogales, los compañeros de Madrid que llamaban para ver como llevábamos la etapa.
Para reparar la cadena quité el eslabón roto y traté de unir la cadena de nuevo. No pude, el siguiente eslabón también estaba doblado. Al final tuve que quitarle dos eslabones a la cadena para poder unirla de nuevo. Entre tanto fueron pasando Jorge, Juan y Raúl. No se cuanto tiempo tarde en arreglar la cadena, pero lo que si se es que cuando me puse de nuevo a pedalear ya estaba totalmente frío y fuera de ritmo. Me costó un huevo encontrar un ritmo de subida. Y cuando lo encontré me encontré también con la cueña les cabres.
La cueña les cabres, como se puede ver en el cartel de la foto PICT0004.JPG (también se puede apreciar la densidad de la niebla) es una rampa de 450 metros con un desnivel mínimo del 16% y uno máximo del 23,5%. Duro, muy duro. Todo metido, sentado en la puntita del sillín para que no se te levante la rueda delantera y zizagueando de vez en cuando para encontrar aire y esquivar uno de los derrumbes. Al final de la cueña les cabres me encontré con Raúl y partir de ese momento hicimos juntos la subida.
Justarme a Raúl me vino genial. Su ritmo era un poco más suave que el mío y eso me permitió encontrar el punto de pedaleo. Juntos afrontamos las últimas rampas del 18% (les piedrusines) y del 22% y juntos llegamos hasta la cumbre, donde nos esperaban hacía ya bastante rato los demás. Por lo que me contaron Víctor llegó en solitario y sobrado. Jorge fue de menos a más y adelantó a Juan en la cueña de las cabres y a Oscar un poco más adelante y acabó llegando detrás de Víctor, al parecer a no mucha distancia. Juan se recuperó del bajón de la cueña y acabó adelantando a Oscar al que le quedó larga la subida. El comentario general es que había pagado el ritmo de subida hasta Viapará y de los primeros kilómetros del Angliru. Aun así todos estábamos muy enteros y habíamos subido muy dignamente. Somos unos globeros, pero con estilo.
Nos sacamos una foto en la cumbre para que quede constancia del hecho. Si os fijáis en la foto no hay nada de niebla. Esto es debido a que el cartel esta en la cara sur del Angliru y toda la niebla estaba en la cara norte. Enseguida nos dispusimos a bajar.
Y enseguida Jorge se tiró como una flecha Angliru abajo y yo detrás. Menudo frío, que poco se veía y cuanto recé para que los frenos no dejaran de frenar. Lo cierto es que no llegué a disfrutar de la bajada, con tan poca visión, tantas curvas y tantas posibilidades de acabar volando literalmente se apoderó de mi lo que simple y llanamente se conoce como miedo y baje casi todo el tiempo con las dos manetas de freno apretadas. Casi se me solidifican los dedos en esa posición.
En Viapará estaba Jorge esperando y juntos nos pusimos a esperar al resto. Entre comentarios sobre la subida y el intercambio de experiencias el tiempo pasaba. La verdad es que tardaban en bajar. Jorge empezó a comentar que si habría pasado algo..... ¡¡¡¡PUES CUALQUIERA SUBE A COMPROBARLO!!!!
Al final bajaron y se confirmaron nuestros temores. A Víctor le había estallado la rueda delantera en plena bajada. Por suerte, y gracias a su habilidad, no llegó a caerse y la anécdota se quedó sólo en eso, en anécdota. Pusimos el turbo y seguimos el descenso hacia Santa Eulalia. Este descenso ya fue mucho más bonito. No había niebla y las posibilidades de volar con la bici eran menores. Bajamos a buen ritmo Jorge y yo y llegamos a Santa Eulalia con unos minutos de adelanto sobre el resto. En Santa Eulalia nos reagrupamos y pusimos rumbo a Oviedo.
De Santa Eulalia a Oviedo hay tres repechos. Uno un poco más largo e inclinado y dos un poco más cortos y tendidos. Normalmente estos tres repechos no serían dignos de mención, pero cuando los pillas al final de la etapa la cosa cambia y los repechos ya no son tan triviales. Aun así nos portamos como colegas en tregua y no hubo ataques ni intentos de medir fuerzas, los subimos a un ritmo que fuese aceptable para todos.
Poca más historia queda por contar. Únicamente que llegando a Lugones me dispuse de nuevo a disputarle el sprint a Jorge. Andaba yo un tanto picado después de su victoria en el anterior fin de semana (ver crónica del 23 de Abril). El caso es que repetimos situación. Yo delante marcando ritmo y el a rueda. Esta vez no traté de quitármelo de mi rueda. Puse un ritmo alto pero buscando desgastarle. Esta vez no jugué con los cambios en la última rotonda, simplemente mantuve el ritmo alto. Esta vez quise mostrarme frío y no incrementé el ritmo a medida que se acercaba Lugones. Sabía que le tenía a mi espalda y sabía que mi sprint final no iba a ser una sorpresa. Aun así metí todo y me levanté sobre la bici para impulsarla con más fuerza. Noté (en esos casos no se ve, se nota, se percibe) que efectivamente no había habido sorpresa, Jorge también se levantaba y también impulsaba con fuerza su bicicleta a la vez que se abría hacia la izquierda saliéndose de mi rueda y poniéndose en paralelo. Agaché la cabeza y eché el resto, el semáforo ya estaba allí y había que hacer el esfuerzo final. Sentía que Jorge seguía hay. Cuando levanté la cabeza me di cuenta de que un autobús estaba parado en el semáforo. Yo lo esquivé por la derecha y Jorge por la izquierda. Creo que llegamos empatados, pero también "sentí" que yo había frenado antes.
Desde aquí lo digo, el sprint de Lugones viniendo desde Oviedo va a tener que terminar un poco antes del semáforo. Sino cualquier día nos vamos a tragar a un peatón, a un coche o a un autobús, que nada vemos cuando vamos al sprint. :-)
A cuidarse
Javier Arias González

lunes, 23 de abril de 2007

Crónica de un fin de semana en Asturias. Empiezan los preparativos

¿Qué pasa "biciosos"?
 
Seré breve porque estoy liado ;-)
 
Hemos tenido un fin de semana fantástico para la práctica del ciclismo. Un muy buen clima, unas rutas preciosas, compañía de la mejor y sin un sólo contratiempo mecánico.... todo perfecto para empezar a preparar la llegada de los madrileños. Con los brazos abiertos se les espera....
 
El sábado, como es de rigor, a las 09:00 en el bar Naranco. Allí estaba mi tío Oscar. El Traper ya había advertido que el sábado no podía salir (eso tiene ser padre) y cuando no sale el Traper la ruta se hace un poco más dura. Si además se presenta Oscar "la cosa" empieza a pasar de castaño a oscuro..... Aparece Raúl y nos ponemos a comentar las alternativas para la ruta de hoy. En esto aparece Víctor. El que faltaba. Se prepara día duro y con batalla. Empiezo a pensar que me va a costar..... Nos ponemos en marcha y cuando llevamos 20 metros aparece un ciclista que se une al grupo. Resulta que es Juan, vecino de Jorge (el Furby) que se apunta. El caso es que "la cosa" es definitivamente oscura, porque Raúl dice "Prepárate Javier que este es una máquina". ¿Por que yo? ¿Por que prepararme? Nada bueno se escondía tras esas palabras. Pero la puntilla la puso Oscar al comentar: "Hostia, hoy me va a tocar sufrir". Yo, para que negarlo, me acojoné.
 
La ruta no puedo describirla. Bastará con que os diga que fue una típica salida guiada por Raúl por la zona de Muñó. Una salida típica guiada por Raúl por la zona X significa que damos vueltas sin separarnos más de 3 ó 4 km del punto X, en esas vueltas subimos todas las rampas sin excepción y después de 10 minutos sólo Raúl sabe donde estamos aunque, insisto, no estamos a más de 4 km del punto X. Una típica salida guiada por Raúl es esa en la que pillas un desvío a la derecha y después de unos kilómetros y una rampa considerable (lo que en el argot se llama un regalito) acabas en el punto donde habías pillado el desvió +/- 300 metros.
 
Lo que si os puedo describir con todo lujo de detalles es la cara de susto que me quedó al llegar la primera "rampa" y ver que desde atrás, de pie sobre la bicicleta y a toda leche nos pasaba "el nuevo". Cuando llegamos arriba nos explicó que había tenido que subir en plato mediano porque el pequeño no le entraba... Pues ya me quedo yo mucho más tranquilo.
 
En una de las rampas (ya no se cual, pero una que yo no conocía) empezamos a subir disparados. Yo pillo la rueda de Juan y Víctor la mía. A media cuesta me fijo en que Víctor se queda. Me alegro, es la primera vez que le dejo atrás, y el ánimo me da fuerzas, me siento bien. Seguimos subiendo y ya hemos abierto hueco con Víctor. Juan sigue tirando y yo sigo aguantando, no voy tan mal como creía. Ya veo el final de la cuesta y empiezo en pensar en cambiar para esprintar. Mejor lo dejo, acaba de pasarnos Víctor por la izquierda a toda leche y nos ha sacado lo menos treinta metros de ventaja. Que hábil, que fuerza, que estrategia. Una lección más a aprender...
 
En un momento dado, después de pasar una cuesta que un lugareño nos había advertido que estaba muy empinada (que razón tenía el buen hombre), comento: "Esa rampa era dura eh?". Raúl dice: "Tengo el altímetro en revisión, no te se decir..." Víctor dice: "Esa.... un 18%". Coño, pues lo que yo decía una rampa dura....
 
Bajando (de vez en cuando también bajamos) un tramo que estaba mojado Juan frenó con la rueda delantera para no salpicarse y acabó arrastrándose de pecho por todo el charco. No fue una caída muy sería, un par de rasguños, pero si lo suficiente como para que enterrásemos los hachas de guerra por hoy. La conclusión era clara, el nivel ciclista en Asturias ha subido un escalón. Sólo nos queda seguir mejorando.
 
Aun tuvimos tiempo para una demostración de lo que es una ruta guiada por Raúl. Al final del recorrido ya estábamos un poco cortos de agua y claro, "Raúl llevamos a una fuente". Cuando llevábamos quince minutos pedaleando Víctor ya comentaba: "Mejor nos hubiésemos ido a un chigre [un bar].." y es que claro, no hay fuente sin regalito.....
 
Bueno, pues nada, camino de casa, Víctor pregunta "Y lo del Angliru para cuando?". Me pongo a hacer cuentas y el Angliru, a no ser que lo hagamos el próximo fin de semana, se va, como poco, a primeros de Julio. Poco más se discutió el próximo domingo 29 al Angligu.....Andrés (el bocas) estaría en su salsa en este grupo de Asturianos locos.
 
Los números no nos dejan en muy buen lugar ciclista. 52.78 Km en 3:16:49 con una velocidad media de 16.08 km/h. Somos unos globeros.
 
El domingo salimos Raúl, Jorge, Víctor, el Traper y yo. La ruta preciosa. Nos guió Víctor, una ruta guiada por Víctor es una ruta en la que se va discutiendo de futbol, se rueda a ritmo de colega, pero una ruta que tiene al menos tres rampas superan el 18%. Así fue la de este domingo.
 
Yo la primera rampa ya la conocía. Tiene un repecho de más o menos un 20%. Es corto, pero obviamente se siente en las piernas. En la primera Jorge, Víctor y yo nos pusimos a prueba sin llegar a esprintarnos. Jorge la subió en plato mediano, Víctor y yo la subimos en plato pequeño. Cuando Raúl se enteró nos descalificó por "mariconada" y Jorge exigía que volviésemos a subir el repecho en penitencia. Si es que no perdonan una.....
 
Para cuando llegó la segunda rampa yo ya no sabía donde estaba. Jorge y Raul se quedaron a castigar al Traper y yo empecé a subir la rampa tranquilamente, ahora sentado, ahora de pie sobre la bici. Coño!!!! miro para atrás y tengo un hueco entre yo y Víctor. Como soy un tipo "listo" me digo: "tate chaval que este te la va a liar como ayer". El caso es que sigo subiendo pero con la jodida sensación de "no bajes el ritmo y aprovecha el hueco que ya tienes ganado pero no te quemes que te la va a liar". Casi me quedo bizco mirando para atrás para no perderme el momento de su salto. El caso es que ya alcanzo a ver el fin de la rampa. ¿qué hago? ¿sprint? ¿no sprint? como había hueco bastante decido "no sprint", llego a la parte llana y empiezo a pedalear relajando las piernas esperando a que Víctor se pusiera a mi altura. He de confesar que estaba satisfecho conmigo mismo... fuerte, inteligente y no muy castigado, que más se puede pedir...
 
Cuando Víctor llegó a mi altura me dice: "Ahora después de esa curva viene un repecho duro". "¿Cómo?" pienso yo a punto de ponerme a llorar. Mira, cuando doy la curva y veo lo que queda yo: "ME ACUERDO DE LA MADRE DE TODOS LOS INGENIEROS DE CAMINOS!!!!!" Claro está que lo único que pude hacer fue intentar seguir la rueda de Víctor y comentar la jugada una vez arriba. Que si a mi me parece más duro que el "me cago en Dios" (un 23%), que si yo creo que no, que si yo creo que si pero más corto, etc, etc.
 
Después de rodar por una pista forestal junto al río subiendo repechos con piedra suelta y bajando rampas de las de dar miedo llegamos a una encrucijada de caminos. ¿Que hacemos?. Pues la solución es fácil. "Vámonos a subir al Violeo".
 
El Violeo es una de las rampas que están esperando a los madrileños. Os pongo el perfil pero con la condición de que ninguno deserte. En realidad, si os fijáis, son sólo tres kilómetros duros, luego ya se hace llano...... Bueno, yo por si acaso me tome el medio gel que me quedaba y dos orejones.
 
(perfil sacado de la página del Grupo Ensidesa Cicloturismo)

En la base del Violeo hay una fuente donde paramos a beber. Cuando nos decidimos ponernos en marcha veo que Víctor sale el primero. Entre pitos y flautas un minuto más tarde salimos Jorge y yo. Empieza a tirar Jorge. Al poco me pregunta: "¿Víctor?". "Esta adelante" le digo. Pues nada Jorge pone un ritmo un tanto vivo a ver si nos está esperando para hacer juntos la subida. Al girar una curva vimos parte de la subida y ni rastro de Víctor. Comento: "Coño, esta subiendo a toda leche". Pues nada Jorge sigue tirando y yo sigo chupando rueda. En otra curva volvemos a ver parte del recorrido y ni rastro de Víctor. Jorge dice: "esta detrás" yo que no, "que está delante". Que carajo, seguimos subiendo a buen ritmo, yo siempre a rueda. En una de estas, más o menos a mitad de la subida, miramos para atrás y allí estaba Víctor. Yo no se como coño estaba convencido de que estaba delante, pero el caso es que el tío apareció detrás. Pues nada, si bajar el ritmo Jorge sigue tirando y yo sigo a rueda. Tenemos bastante hueco lo mismo no nos pilla..... Tonterías, cuando estábamos llegando al Violeo, donde esta la rampa más dura, Víctor nos alcanza y nos adelanta. Yo dejo la rueda de Jorge (perdón Jorge por haber chupado rueda toda la subida) y me pongo a rueda de Víctor. Cuando llegamos a la rampa del Violeo tengo las pulsaciones en 185, estoy de pie sobre la bici y todavía me queda el último arreón. Víctor también sube de pie, cuando se sienta, en una maniobra muy suya, no baja piñones sino que aumenta el ritmo de pedalada con lo que me da un arreón de la leche. Yo meto un piñón y acelero, meto otro y me siento en la bici cerrando la boca para que no se me salga el corazón. Ya estamos arriba. Menos mal porque ya no puedo con mis piernas.
 
Del Violeo a Ules, de Ules a Oviedo tranquilamente y de Oviedo a Lugones.... pues a toda leche. Asume el Traper la batuta de la orquesta, plato y a toda leche hasta Lugones. Tanto que ni paramos para despedirnos de Víctor que se queda a medio camino. Llegando a Lugones sprint entre Jorge y yo. Voy marcando el ritmo y se que le llevo en mi espalda. Acelero y pongo un ritmo ágil para endurecer el sprint, a la vez regulo que todavía falta un kilómetro para Lugones. La rotonda de los peñones la tomamos a toda leche, trato de jugar con los piñones para tomar ventaja en los giros, pero el tío no se despega de mi. Mantengo el ritmo, no quiero desfondarme, se que el al ir a rueda irá un poco más cómodo. Cuando veo el primer semáforo de Lugones a tiro meto un piñón y lanzo el sprint. Jorge, que me vigilaba los piñones también se lanza. Nos ponemos en paralelo durante unos metros y...... me acaba pasando irremediablemente.....
 
Los números siguen dejándonos muy mal. 53.56 kilómetros en 3:35:12 y una velocidad media de 13.93!!!!  Estamos que nos salimos.....
 
MENOS MAL QUE HE SIDO BREVE!!!!!!
 
Poco más que contar. A cuidarse
Javier