domingo, 24 de junio de 2007

Salida Domingo 24/6/07

¿Qué pasa "biciosos"?

07:30 Suena el despertador. Me cuesta levantarme, estoy hecho un vago.

08:00 Empiezo a pedalear. La carrera de ayer me pasa factura, me siento cansado.

Pedaleo tranquilamente, a ritmo de Rebeca Bakken, una especia de Diana Krall sueca o noruega o finlandesa (yo que se).

Km15 Subida a la Marañosa al tran tran, ni siquiera rompo a sudar.

Bajada de la Marañosa. Me dejo caer.

Carretera hasta el puente sobre el río. A buen ritmo, unos 26 Km/h, me han adelantado unos ciclistas de carretera y me han "motivado".

Subida a Vallekillas. Quiero practicar a subir de pie por lo que me la hago entera de pie sobre la bici (salvo las partes llanas). Aun así tranquilamente, más o menos a 10Km/h.

En la cima veo que llevo 22Km/h de velocidad media, estoy vago total.

Llego a Morata y me tomo un café. Compruebo que la velocidad media ha subido hasta los 23km/h por la bajada.

Subida a Vallekillas. La Mala Rodríguez me pone y subo con un poco más de alegría, más o menos 16km/h.

En la cima veo que he perdido un poco de velocidad media, ahora llevo 22km/h. No hace calor y me empiezo a encontrar bien.

La bajada impresionante, alcanzo los 68,90 km/h. Para haberme matado.

El tramo de la carretera se me da muy bien, no bajo de los 30km/h.

Rotonda de la Warner. La velocidad media es ahora de 24,30km/h, estoy en tiempos de mi record personal. Empiezan a sonar los Red Hot Chilli Peppers en directo, me encuentro genial
Subida a la Marañosa. No bajo de los 26km/h. He subido a toda leche. En la cima la velocidad media es de 24,33km/h. No sólo no ha bajado sino que la he subido. Me empiezo a picar conmigo mismo.

Resto de la ruta. Voy sin cadena, mantengo una velocidad muy alta y no me canso. Me encuentro como nunca.

Llego a casa mucho antes de lo que había estimado. Estos son los números:
  • Distancia: 76,51 Km
  • Tiempo: 2:59:47 (Menos de tres horas!!!)
  • Velocidad Máxima 68,90 (lo dicho, para haberme matado)
  • Velocidad Media 25,53 Km/h (mi anterior record estaba en 24,03 km/h)
Me merezco un baño relajante.

Me encuentro genial, ni siquiera estoy cansado. Eso si, como los orejones y los plátanos tiene
mucho potasio y eso es muy malo para lo mío voy a tener que buscarme otro alimento. ¿Pasamos a llamarnos los bicipasas?

Hoy todo me sale bien, hasta la crónica me ha quedado cortita.

A cuidarse
Javier Arias González

sábado, 16 de junio de 2007

Salida el 16 de Junio de 2007

¿Qué pasa “biciosos”?

Me tiré de la cama a las 7:30, como quien no quiere la cosa. Llovía mientras me ponía la ropa de "torero". Estaré en casa a las 10 o 10:30 le dije a Carmen cuando me despedía. Quería estirar un poco las piernas.

¡¡¡A las 08:05!!! Me ponía a pedalear con mi chubasquero puesto, mi mp3 con música tranquila y con la sana intención de acercarme a San Martín de la Vega al tran tran y volver.

Claro que al llegar a Perales del Río, en la rotonda justo después de la bajada de los gitanos, me adelantaron dos ciclistas en bicis de montaña. "Buenos días" dijeron ellos "buenos días" contesté yo todo educado.

A pesar de la educación no pude evitar el ponerme a rueda (a una distancia prudencial) e intentar seguirles el ritmo. Llevaban un ritmo alegre. Empecé a prepararme para la batalla de la Marañosa, se veía que iba a ser dura.

El caso es que cuando llegamos al desvío de la gravera ellos se salieron del carril bici. "Hasta luego" dijeron. ¿Como que hasta luego? pensé yo. "¿Donde vais?". "Vamos a meternos por esa pista y a pillar unos caminos por la Marañosa, ¿te vienes?".

Ese ¿te vienes? a mi me sonó un poco a "No hay huevos" y ante semejante tono no pude más que imitar a Camilo Jose Cela y decir "venga, vale". Nos presentamos y me encontré acompañado por Javi, un tipo alto y delgado, y Edu, un tipo bajo y delgado (una especie de Oscar y Andrés, Jorge no encaja en el segundo adjetivo)

Pillamos la pista de las graveras a toda leche. Llevábamos un ritmo de esos de "vamos a putear a este pringado que chupaba rueda". Al llegar a Casa Eulogio. Cambio de planes, que ya no vamos a la Marañosa que nos vamos a los caminos de Rivas. Yo me quité el chubasquero (ellos no llevaban, debí haber caído en ese sospechoso detalle) porque ya me sobraba todo y recordaba la cuesta de Rivas que habíamos bajado la última vez que estuvimos por allí. Temiéndome lo peor hice repaso mental. Orejones, 5. Gatorade, no traía, para ir a San Martin no lo necesito. Agua, poca, con lo que llueve no beberé mucho. Cojonudo, como siempre, preparado para un día de gloria. Envío un mensaje a Carmen para avisarla de que no llegaré tan temprano y me dispongo a la batalla.

Tenían razón Miguel y Fernando. Las cuestas de Rivas son duras y tienen vistas preciosas. Un sube y baja, más sube que baja que te destroza las piernas. Tenemos que acercarnos por allí un día. Eso sí, ni a la mitad de velocidad a la que fuimos hoy. Me llevaron a toda leche. Yo sólo me decía: aguanta, aguanta, que ellos pararán. Coño, si ni siquiera nos hablábamos, con lo educados que habíamos sido al principio.

Cuando llegamos a lo que se supone que era el final del camino paramos y departimos amistosamente. Yo me comí con toda mi ansia los cinco orejones y me acabé el agua que llevaba. Entre charla y charla me cuentan que ENTRENAN tres veces por semana en bici, que se dedican también al atletismo y que ahora con el buen tiempo también a la natación y así hacen triatlón. Ah, que también juegan al ping pong, pero a eso ya no le di importancia. Es en este punto en el que me confiesan que el mote de Edu es "el guindilla", más concretamente "el guindilla cabrón" apunta Javi. Claro que yo pienso que deberían ascenderle el adjetivo y pasar a igualar el mío

Empecé a sospechar la razón por la que muchos ciclistas no se saludan cuando se cruzan en el carril bici. Dos veces que me he enrollado con alguien en el carril bici, dos veces que me han salido unas bestias del deporte que me arrastran a locuras físicas no sexuales.

Pues nada camino de regreso. Bajando íbamos a tanta leche que una de las curvas la tomé recta, percance sin consecuencias gracias a las pastillas nuevas que llevaba en los frenos, que sino vuelo por uno de los acantilados.

Que vamos a volver por los conejos muertos (son de Villaverde), me alegro, conozco el camino, podré regular. Hicimos los conejos muertos a una velocidad que yo no creía posible. ¡Coño, si no me daba tiempo ni a esquivar los baches! Eso sí, Edu recibió una llamada y en vez de bajar el ritmo soltó las manos del manillar y contestó la llamada mientras rodábamos a 30km/h por debajo de la autopista. Yo estaba por hacer como que me tropezaba y tirarle de la bici.

Llegamos al parque del manzanares. ¡Menos mal! Y Edu se separa para irse a su casa. Rodando ya tranquilamente va Javi y me confiesa que Edu se dedica a correr en bici con la de carretera y que es un bestia. ¡Que el tío iba regulando! Como yo, regulando para no morirme.

Por fin se fue también Javi y me quedé solito. Bajé el ritmo un poco más hasta hacerlo de globero total y me fui a casa orgulloso. No había hecho comentarios del tipo "vamos a un ritmo rápido, eh". Me había demostrado que era un biciorejon con todas las de la ley, de los que les pierde la boca (ese Andrés).

En fin, perdonad el rollo (nunca me salen cortas las crónicas) pero es que ahora estoy destrozado y me duelen un tanto las piernas y quería compartir la experiencia con vosotros. Eso si mañana no pienso saludar ni a dios por el carril bici, que nunca sabes con quien puedes acabar la ruta.

A cuidarse
Javier Arias González

miércoles, 13 de junio de 2007

Fin de semana 9 y 10 de Junio. Visita de los Madrileños

¿Qué pasa “biciosos”?

Como nadie se anima a publicar su crónica sobre las salidas del fin de semana en Asturias me voy a animar yo a hacer un resumen. Intentaré que sea breve porque ando muy liado, veremos como me queda.

Sábado 9 de Junio - Nos vamos a Proaza.

Habíamos quedado a la puerta de la pensión Mencia a las 08:00. Medio dormidos pillamos las bicis y nos fuimos al bar donde nos esperaban los asturianos. Presentaciones de rigor, comentarios sobre el buen tipo que tenían los madrileños (el churri, Andrés y Abraham son sílfides comparadas con Traper, Raúl y Oscar), cafés para desayunar y a cantar el cumpleaños feliz a Raúl que cumplía nada menos que 52 años (como los suyos los firmaba yo sin dudar).

En el bar estaba un paisano en pantalón de deporte y camiseta de algodón al que yo nunca había visto. Fito. El dueño del ¿mesón los arcos? donde la noche anterior Raúl y Traper habían estado de "fartura". Estatura media europea, los cuarenta ya no los cumple. El caso es que Fito estaba participando en la conversación y, no se muy bien como, cuando me quise dar cuenta Raúl había sacado su bici de reserva y Fito estaba enrolado en la salida ciclista. Es lo que tiene el "no hay huevos".....

Yo de momento me preocupé un tanto porque para alguien que no está acostumbrado a montar en bici la salida iba a ser dura. "No te preocupes, Fito es un torbellino" me dijeron. Pues nada, después de barajar las distintas rutas alternativas, nos pusimos en marcha.

Éramos 10. Fito, Raúl, Jorge, Oscar (mi tío), Traper, Vicente, Abraham, el churri (para distinguirle de mi tío), Andrés y yo. El tener que ir a Proaza nos obliga a atravesar Oviedo si no queremos perder mucho tiempo. A un ritmo no de guerra, pero si alegre llegamos a San Claudio, donde empezarían los primeros repechos. Poco que contar salvo que ya tan temprano el churri había caído en la típica broma del Traper. "A la derecha" (cuando a la derecha hay una cuesta) y el churri que se lo tragó y se tiró a la derecha. La pena es que no pudimos verlo, pero aun así el Traper se encargo de contarlo para que fuese público y notorio. Mira que os lo había advertido.

Nada más llegar el primer repecho digno de mención (una subida de unos 200 metros con una rampa al 20%) va Vicente y pincha. La típica disculpa del que se caga de miedo al ver lo que le viene. Paradita a la española (uno cambiando la rueda y los demás mirando) y a darle al repecho. Primer contacto serio de los madrileños con Asturias. Salvado con notable general.

Después bajada a Trubia y llaneo hasta la cuesta de Perlines. Perlines es un pueblo (tres casas deben ser) subido en un monte. No existe motivo razonable alguno para que fuésemos a ese pueblo y menos en bici.

La subida a Perlines es espectacular. En poquísimo espacio se gana mucha altura (eso significa que las pendientes son altas) y las vistas sobre Trubia están muy bien. Jorge, Andrés y yo nos pusimos en cabeza e hicimos la subida a ritmo de samba. Cuando llegábamos arriba vi el cartel del Perlines y comenté ahí acaba. Cuando nos acercábamos al cartel aceleré un poquito y pase el primero por el cartel. Claro que al instante Jorge y Andrés me adelantaron para continuar con la subida que no acababa en el cartel sino unos metros más allá (empieza a ser legendaria mi capacidad de finalizar los sprints donde a mi me da la gana). Una vez arriba fueron llegando los demás, cada uno a su ritmo. Cuando llegó Fito ya estaba claro que esto estaba siendo demasiado para él y eso que yo creo que llevábamos unos 20Km, asturianos, pero sólo unos 20.

Lo malo que tiene la subida a Perlines si no la conoces es que donde crees que se ha acabado, donde está el pueblo, no es más que un descanso para empezar la siguiente parte de la subida. Se repite más o menos la historia, pero esta vez cuando Fito llega ya se le ve muerto. Llegados a este punto, y en vista de la hora y del ritmo que llevábamos decidimos separarnos. Los asturianos darían la vuelta y los que íbamos a hacer la senda del oso seguiríamos adelante.

Seguir adelante significó meterse por un camino estrecho con ortigas y pinchos a los lados. Con suelo mojado y piedras resbaladizas. Los cuatro nos ortigamos. Al poco nos tuvimos que bajar de la bici por la combinación de barro, piedras húmedas y cuesta empinada. Nos tocó caminar un rato.

Al final llegamos de nuevo a la carretera. Paradita para pillar agua en el pilón y rápido a pedalear que ya íbamos tarde. Nos quedaba la última subida del día. No muy larga, no muy empinada, pero lo suficientemente dura para que Abraham empezara a tocar sus reservas de fuerzas. El churri se pilló un ritmo adecuado y con alegría se llevó a si mismo hasta la cima. Andrés y yo acompañamos a Abraham mientras los tres comentábamos el magnifico paisaje que teníamos a nuestra izquierda.

Y una vez arriba..... Pues a bajar. Lo que tiene esta zona es que no hay mucha transición entre valles. Nada más empezar a bajar ya se veía hasta donde teníamos que bajar. Impresionante. Una bajada rápida (el churri se puso a 70km/h) por una carretera de buen asfalto sin coches. Fue un subidón de adrenalina. Cuando llegamos al fondo del valle vimos un cartel que ponía Trubia a 8 Km. (¡8km llanos!). Eso es salir en bici por Asturias. En vez de hacernos los 8km llanos nos habíamos hecho unos 10 de los cuales 5 habían sido subiendo y otros 5 bajando, eso si, en plan bestia.

Poco más queda de esta salida. Pillamos la vía verde y llaneando a buen ritmo llegamos a Proaza donde nos esperaban nuestras mujeres e hijos y una coca-cola fresquita. No sabría yo decir que disfrutamos más.

El resto del día fue la excursión en bici de la senda del oso que por ser prácticamente llana y por haberla hecho a ritmo de paseo no tuvo mayor historia. Si tal resaltar que el amigo Andrés tuvo la ocasión de tirar de un carro cargado con dos niños y una bici.


Domingo 10 de Junio - Master del Naranco.

El sábado no había sido una etapa dura, pero la etapa planificada para el domingo si que era dura de verdad. Volvimos a quedar a las 08:00. Desayunamos en el bar de la estación. Volveríamos a ser 10. Raúl, Jorge, Oscar, Traper, Vicente, Abraham, el churri (para distinguirle de mi tío), Andrés, yo y Víctor que llamó a última hora para decir que se apuntaba. Cambiar a Fito por Víctor eleva varios puntos el nivel ciclista del grupo.

Salimos en dirección a Oviedo, pero en menos de 3 kilómetros ya estábamos subiendo. El Traper, que se conocía el recorrido, optó por un recorrido alternativo más corto y llano. Se le sumaron Oscar y Abraham que prefirieron reservar fuerzas (se tomaron al pie de la letra eso de que la rueda a seguir era la del Traper). Hasta cierto punto acertaron, porque lo cierto es que las rampas de Cuyences sur te despiertan si venías dormido en los primeros kilómetros. Nada más llegar a la cima paramos a quitarnos ropa. Ya nos sobraba todo. ¡¡¡¡Llevábamos menos de 5km!!!!. Víctor, como siempre, hizo la subida quejándose de que si era muy pronto para empezar tan duro, de que si estábamos locos, etc. etc. Pero bueno. ¿no hay que calentar antes de hacer una ruta?, pues nosotros ya estábamos calientes.

Subir Cuyences sur para llanear un poquito a media altura del Naranco en inmediatamente después perder toda la altura ganada. De tontos, pero así son las cosas. Nos dirigíamos al pilón que hay antes de Lladines (¿en Quintana?) donde nos esperarían el Traper, Oscar y Abraham. Mira que habré hecho veces ese recorrido, pues todavía Raúl se buscó una ruta alternativa para enseñarnos algo nuevo.

La subida a Lladines es muy bonita. Una carretera recién asfaltada, sin coches, toda entre árboles y valles preciosos. Tiene con cuatro repechos, nada duros y al final una rampa de hormigón de unos 150 metros que, digamos, te despeja la garganta. A partir de ese momento empieza lo que es el monte y es la parte más entretenida. Tranquilos sube y baja entre los árboles. Precioso.

Cuando pillamos el asfalto de nuevo Víctor se saltó el desvío que nos llevaba al Asturcón. Yo creo que lo hizo con toda la intención de no entrar en el barro y, de paso, ahorrarse kilómetros de ruta. Pero yo insistí y acabamos todos dirigiéndonos al Asturcón. Esta parte del recorrido es en el bosque del fondo del valle. Todo verde, húmedo y a la sombra. Bastante barro, partes con piedras que tuvimos que hacer andando y un riachuelo que recorrimos caminando hundiendo los pies hasta los tobillos (alguien comentó que parecíamos vaqueros intentando hacer que los indios nos perdiesen el rastro). Desde luego si de algún sitio podía salir un indio, un vietnamita o un japonés de esos que se piensa que la guerra sigue es de esa zona.

Justo antes de llegar al Asturcón, en el paseo a la vera del río, se me rompió la cadena de la bici. No cundió el pánico. Raúl llevaba eslabones de sobra y yo tenía la herramienta y la experiencia necesaria para solucionar el problema. Con la ayuda de Jorge (los demás, a la española, mirando y criticando) reparé la cadena. Cuando le dimos la vuelta a la bici el Traper se dio cuenta de que no la habíamos pasado por el desviador. Venga, a abrir la cadena, pasarla por el desviador y volver a cerrarla. Ya se encargo el Traper de que se enterasen todos (Víctor y Raúl en particular) de lo buen mecánico que yo era. Algún comentario jocoso hubo, para que voy a negarlo.

En el Asturcón volvimos a pillar asfalto en una zona de transición. Nos dirigíamos a Brañes para iniciar la subida al Violeo. Yo conocía la subida por la carretera (alguna vez he enviado el perfil), pero hoy íbamos a subir por pista....

Hicimos una parada estratégica en el pilón de Brañes para aprovisionarnos de agua y comer unos orejones y nos metimos por un camino con unas subidas curiosas que hicieron que cuando llegamos a la pista donde empieza la subida ya llegásemos "calientes". Encima la pista que apareció ante nuestros ojos acojonaba....

Como buen anfitrión expliqué las opciones que teníamos. Opción 1 subir la rampa que tendría..... 3km, dijo Víctor (coño!!! pensé yo). Opción 2 girar a la derecha y dejarse guiar por el Traper camino a casa. Mientras explicaba las opciones Raúl empezó a subir, quería sacarnos fotos subiendo.

Como siempre pasa en estos casos todo el mundo optó por la opción 1. A subir tocan. Pues nada, Andrés, Jorge y yo empezamos a subir. La rampa se las tenía. Todo metido y con calma que esto sería largo. Raúl estaba en el primer descanso sacándonos fotos mientras subíamos. Cuando llegamos a su altura aprovechamos para parar a recuperar un poco. En esto que vimos llegar a Víctor que subía a un ritmo envidiable. Viéndole parecía fácil. Cuando llegó a nuestra altura apenas nos miró y siguió pedaleando. Coño pues si el sigue nosotros también. Jorge, Andrés y yo arrancamos dejando a Raúl sacando fotos y esperando por los últimos.

Mientras nosotros subíamos esto es lo que me contaron que les pasó a los demás mientras subían:
  • Traper. Sin moverse del sitio, venga, id subiendo, aquí os espero.
  • Abraham. Empiezo a subir. Después de 50m opto por darme la vuelta.
  • Vicente. "Subía yo con todo metido y me fui contra una sebe. Ya no podía más, preferí dar la vuelta."
  • El Churri. "Empecé a subir pero me dio por mirar el velocímetro. Iba a 4 km/h. Hice el cálculo mental. A 4km/h 3km voy a tardar más de media hora. Media hora en este plan. Paso, me doy la vuelta."
Total que los cuatro se dieron la vuelta. Claro que se les pasó avisar y el pobre Raúl se quedó esperando indefinidamente a que subieran. Cuando se cansó de esperar me llamó por teléfono para ver que pasaba. Me paré para llamar al Traper, y entonces me contó que se habían dado la vuelta. Avisé a Raúl y seguí subiendo a mi ritmo (Jorge, Andrés y Víctor no habían parado). Cuando llegué al Violeo allí estaban dando vueltas para no enfriar. Todavía tuvimos que esperar bastante tiempo por Oscar y por Raúl. Ya era muy tarde. Lamentablemente tuvimos que recortar la ruta. Nada de visita al chus y directos para Oviedo y de allí a Lugones o nos darían las tantas.

Camino a Oviedo vimos las rampas que llevaban hasta el chus. Por esta vez nos las perdíamos, pero yo, la próxima vez, me las haré fijo.

Mientras bajábamos del Violeo Víctor, que no puede evitar estudiar y analizar los comportamientos de todos los ciclistas con los que sale, me estuvo comentando lo mucho que le había gustado Andrés (como ciclista). Que si no se había cebado, que si supo regular, que si inteligente, que si prudente. Definitivamente el Andrés había sido reconocido por Víctor, y eso no le pasa a cualquiera.

Circulábamos por una calle en Oviedo cuando a lo lejos vimos a unos ciclistas que cruzaban nuestra calle en dirección a Lugones. ¡¡¡¡Era el resto del grupo!!!!!. Se nos puso un semáforo en rojo y esperábamos ansiosos a que se pusiese en verde. Cuando se puso en verde nos lanzamos como balas para alcanzarlos.

De nuevo agrupados, y camino a Lugones, decidimos parar a lavar las bicis. Momentos que aprovechamos para contarnos los unos a los otros como nos había ido mientras estuvimos separados. Todos menos Raúl que se dedicó a lavar las bicis y el Traper que en cuanto le dieron la manguera se dedico a "chiscar" a todo el grupo.

Aun tuvimos tiempo para el sprint del semáforo en Lugones. Un sprint largo, con ligero viento de cara en un, también ligero, falso llano. Después nos reagrupamos y nos despedimos hasta la hora de la comida. Habíamos hecho suficiente ejercicio como para que a la hora de la comida todos tuviésemos un hambre y una sed digna de los platos a los que nos íbamos a enfrentar.

Poco más se puede contar. Se echó de menos al resto de los biciorejones, pero habrá más ocasiones. Eso si, si no quieres morir, a Asturias no se puede ir en baja forma, Oscar, Abraham y Andrés os lo pueden confirmar.

Intenté que me fuese breve, pero no se porque no fue posible. Otra vez será :-)

A cuidarse
Javier Arias González