lunes, 22 de marzo de 2010

San Martin - Villaconejos - Colmenar de la Oreja - Chinchón - San Martin

¿Qué pasa "biciosos"?

Me monto en la bici y me doy cuenta de que el pulsómetro no funciona. ¡Bien!

Habíamos quedado en Legazpi a las 08:00, pero Antonio me había enviado un mensaje corto diciéndome que no venía, que el 200 había sido un 225 por lo que no tenía muy claro con quien me encontraría en Legazpi. Por si acaso me veía sólo me había echado el mp3 en el bolso; pero no, en Legazpi estaban (por orden alfabético) Diego, Jose Manuel y Roberto. En el parque Manzanares se nos unió Juan y formamos el quiteto definitivo.

Llovía. Y eso demostraba que la meteorología, aunque útil en muchos casos, no es una ciencia exacta y comete errores que afectan a la práctica del ciclismo. Se había puesto a llover justamente a las 08:00 de la mañana. Como alguien dijo justo para que ya estuviésemos fuera de la cama y yo tuviésemos disculpa para no salir. Visto como se desarrolló el día, menos mal.

Llovía, cierto; pero en realidad llovía poco. Ejerciendo de asturiano ni siquiera me puse el chubasquero. No hacía falta.

Pusimos rumbo a San “Marting” de la Vega a ritmo de cháchara. Y enseguida llegamos a la base de la Marañosa. Nos dividimos en dos grupos. Diego, Jose Manuel y yo en cabeza. Juan, que el viernes se había ido a Cuenca en bici y Roberto que ayer se había hecho el 200, por detrás. Subida a buen ritmo, pero sin hostilidades. Aquí todos somos amigos.

En la parte alta de la Marañosa parada fisiológica y me pongo el chubasquero. No es que llueva mucho, pero bajando será mejor abrigarse. Prudente que es uno.

San “Marting” sigue en obras y la forma de pillar la carretera de Colmenar sin toparse con ellas sigue siendo un misterio. Nueva parada fisiológica y me quito el chubasquero, ha dejado de llover.

Llano “ciempozueliano”. Rodamos a ritmo de 30km/h. Estos “amigos” me llevan un poco fuera de punto.
Subida a Villaconejos. Yo esta subida no la conozco por lo que mi intención es dejarme ir. Pero una cosa son mis intenciones y otra las de mis “amigos”. Diego lanza un ataque no muy fuerte con la declarada intención de picarme. Jose Manuel sale con él. Oigo que Juan les “riñe” y les dice que no me provoquen. Yo, que, como dice la abuela de un amigo, parezco el más tonto de mi edad (ella lo dice hablando de mi amigo, que es insultantemente más joven que yo). Pico y aumento el ritmo. Diego y Jose Manuel me esperan entre comentarios jocosos. Parafraseando mentalmente a ese gran icono de la cultura popular pienso. ¡Aquí se va a liar parda!

Y es que la subida de Villaconejos no me viene nada bien. Repechos cortos y duros seguidos de subidas tendidas. Malo para subir a ritmo, bueno para pegar tirones. Malo para mi, bueno para mis “amigos”. Les confieso que esta subida no me conviene, comentamos que yo soy más diesel y como pillan el mensaje el siguiente repecho se ponen los dos de pie sobre la bicicleta y me obligan a aumentar el ritmo de pedalada. Puedo seguirles, pero me están dando bien.

La subida sigue a escalones que se convierten en pequeños tirones cada vez que Diego y Jose Manuel los afrontan poniéndose de pie en la bici. Ellos hablan, yo entre jadeo y jadeo creo que dejo escapar alguna palabra.

De repente veo que atravesamos una línea en el suelo y me parece ver un P.M. pintado. Diego ha pasado el primero, yo a su rueda y Jose Manuel a la mía. Yo no comento nada. En realidad la cuesta sigue.

De repente Jose Manuel lanza un ataque. Abre hueco. Sólo unos 10 ó 15 metros, pero ha abierto hueco. Diego chilla algo que no me acuerdo, pero que cuento para que os metáis un poco más en la situación. Yo pienso, si esta cuesta acaba ahí donde parece yo puedo responder al ataque, tengo permiso del cardiólogo. Meto un piñón más, me pongo de pie sobre la bici y a pedalear se ha dicho. No se si es cierto o si me lo invento ahora mismo, pero convengamos, por aquello del espectáculo ciclista, en que Diego chilla algo, yo no se que, a mi paso.

Creo que adelanto a Jose Manuel justo cuando pasamos por donde yo había fijado el final de la subida (no nos engañemos, no merece la consideración de puerto).

Levanto el pie para coger aire. Jose Manuel también. En esto que nos pasa Diego y dice, esta vez si que me acuerto, si la subida no se ha acabado. Jose Manuel salta a su rueda. Yo confieso en voz alta que no puedo seguirles y les dejo que se disputen la victoria.

Cuando levantan el pie enlazo con ellos y cuando Juan y Roberto nos alcanzan enfilamos hacia Villaconejos. Hora de parar.

En el bar bicicleta GAC con alforjas modelo rústico como se puede apreciar en la foto.


El bar con fotos y dedicatorias de Contador por todos los lados. Pedimos al tabernero que nos sirviera aquello que le sirve al genio cuando para por esos lares, pero como no nos desveló el secreto no decantamos por el tradicional pincho de tortilla. Como tenía una tortilla entera recién hecha le dijimos que nos la quedábamos, unos con café con leche, otros con acuarius. La tortilla se quedó en 2 piñones aunque se apuntó que podría ser 2,5 piñones por aquello de que estaba recién hecha. A mi me supo a gloria porque tenía un hambre tremenda. La dicusión sobre la personalidad de los grandes deportistas. Repasamos a Contador, Valverde, Fernando Alonso y alguno más que no me acuerdo.

Empezamos a rodar y empezamos bajando, lo que siempre viene bien para ir calentando.
Después de la bajada vino un llano en una carretera estrecha con buen asfalto. Lo que sigue viniendo bien para ir calentando.

En este tramo la conversación fue muy animada. Conversábamos sobre el dopaje y lo injustamente que son tratados lo ciclistas si se comparan con los futbolistas. No es que fuésemos muy originales, pero con tanta cháchara esa parte de recorrido se me pasó muy rápida.

Claro que, de repente, Juan advirtió que girábamos a la izquierda y que empezaba la subida a Colmenar de la Oreja. Una subida dura, nos advirtió. “Yo subo a 13 [por hora]” o “Yo de 13 [por hora] no paso” fue la expresión de Diego. A mi me pareció una gran idea y a Jose Manuel también pareció parecerle. Volvimos a formar los dos grupos de subida.

Esta subida es paralela a la que hicimos en el 200 y si aquella me gustó esta me gustó todavía más. ¡Que preciosidad! ¡Que carretera más tranquila! ¡Que subida más bonita!.

Nosotros la subimos sin hostilidades, pero a un ritmo más que digno. Lo que para Diego es subir a 13 se convierte en subir a 18. ¡Y eso que subíamos hablando!.

Curvas, contra-curvas. Pedaleo de pie, pedaleo sentado. Todo regado con una conversación sobre el deterioro de la profesión del informático/teleco que acabó derivando en un análisis de la estrategia a medio plazo de Telefónica. Si es que andar no andamos un pimiento, pero, eso si, las tertulias son de nivel.
Cuando llegábamos a las conclusiones finales de nuestra conversación llegamos al alto de la subida. Nos prodigamos en elogios mientras parábamos a esperar a Juan y a Roberto.

Cuando nos reagrupamos. Me subo en la bici para reanudar la marcha y ¡CLAC! Cadena rota. Esta vez no ha sido por no engrasarla. Pero la lluvia de primera hora de la mañana la ha dejado sin aceite. Me toca quitarle otro eslabón. [Recordatorio:  Javier, tienes que cambiar la cadena a la bici]

Reparo la cadena con rapidez y eficacia y enseguida nos ponemos en marcha. Estamos a la entrada de Colmenar de la Oreja. Por la hora que es y por el recorrido que falta me doy cuenta de que se ha hecho tarde. Si sigo con la ruta planificada llegaría sobre las 14:00 a Arganda y luego tendría el metro y el tren hasta casa. Si me desviaba de la ruta y me dirigía a Chinchon, Morata, San Martin y de ahí a mi casa llegaría a las 14:00 si consigo pedalear a buen ritmo. Juan comenta que tendré viento a favor.

Analizadas las opciones decido formar mi propia disidencia y me despido de mis compañeros de ruta. Me quedo sólo.

Llego a Chinchón y caigo en la cuenta que llevo conmigo el mp3. Parada para consultar el GPS (si, es triste, pero cierto), ponerme la banda sonora que empieza Dreamer de supertramp, premonitorio y sacar una barrita.

Paso por Chinchón. Bajada rápida. Una subida de la que no me acordaba y una bajada más rápida aún. Ya estoy en el valle del Tajuña. El viento me da de cara. ¡Pues no era este el plan!

Me hago este llano a un ritmo tonto. Me estoy cansando, pero no ruedo a buena velocidad.

Empieza la subida a “Vallekillas”. Yo me lo tomo con filosofía. Subo con mucha frecuencia de pedalada, siento que no tengo fuerzas en las piernas.

Llego al cruce con la carretera de Morata. Giro a la izquierda y ya estoy en terreno conocido al milímetro. Pedaleo 100 metros y me doy cuenta de que voy fuera de punto. Estoy en un ritmo demasiado alto. “Así no llego”.

Reajusto el ritmo y me doy cuenta de que no voy tan mal. En realidad voy muy bien. Lo único que pasaba es que estaba tratando de rodar más rápido de lo que yo podía. Al verme en terreno muy conocido me ajusté y en realidad estaba muy bien. Son las 13:45; si mantengo el ritmo estaré en casa a las 14:00. Me animo. Suena el “Always on the run” de Lenny Krawitz. ¡Que título más adecuado! [me acuerdo de mi amigo, ese sobre el que su abuela no tiene un gran concepto de él].

Bajada de “Vallekillas” y el viento sopla de culo. Bajada muy rápida.

Llano argandiano y yo me encuentro bien, pero el que el viento de de culo es determinante; ruedo a 34km/h
Subida a la Marañosa. 100km de ruta. Me encuentro bien;  empiezo la subida a 27 km/h. hago la mayoría de la subida a 25km/h y el último kilómetro a 22km/h. Corono en plan campeón y meto plato grande. El viento sigue soplando de culo.

Bajada muy rápida. El repecho de Arrollo Culebro lo subo de pie para descansar de rodar sentado. Buen ritmo en el terreno favorable hasta Perales de Rio. El repecho de Perales del Rio lo subo sentado y corono a 28 km/h sin forzar al máximo. Esto de que el viento sople de culo esta muy bien.

Rotonda del avión. Me salgo del carril bici. Rehago cálculos y llego a la conclusión de que puedo estar en casa a las 13:50. Esto marcha.

Cuesta de los gitanos. Me pongo de pie sobre la bici para descansar de tanto pedalear sentado.
Se me rompe la cadena. Si, otra vez.

¡Cáspita, que mala suerte! Es la versión políticamente correcta de lo que se me pasó por la mente.
Llamo a casa. Llegaré a las 14:15. Falta, pero el árbitro no me saca tarjeta amarilla; yo entré al balón.
Quito otro eslabón, con el de hace quince días esta cadena ya tiene tres eslabones menos. Pero oye. Cadena arreglada. Eso si cuando me subo en la bici ya no era lo mismo. Estaba bien, si. El viento deba de culo, pues también. Pero el saber que ya no llegaría a las 14:00 me quitó el aliciente de picarme. Además en el mp3 sonaba Dido y en ese momento parecía un poco deprimente. Mi única preocupación era que la cadena no se volviese a romper. Empiezo a pensarme dos veces cada cambio, cada intención de ponerme de pie, cada vez que tengo intención de poner fuerza en la pedalada. Un rollo. [Recordatorio: Javier tienes que cambiar la cadena a la bici]

Sin más llego a casa. Son las 14:15. No he sido todo lo puntual que me hubiese gustado, pero estoy contento porque me he estado más fuerte de lo que me he sentido durante la mañana.

Me pongo a pasar los datos al ordenador y me doy cuenta que no había puesto en marcha la grabación en el GPS. Pues va a ser que la frase de la abuela de mi amigo hoy se me puede aplicar perfectamente. En fin, estos son los datos que tengo sobre la ruta.

  • Kilómetros: 124,59
  • Tiempo rodando: 5:06:11
  • Velocidad Media: 24,41 km/h
  • Velocidad Máxima: 66,20 km/h
  • Km en esta bici: 3.337 (957 este año)

A cuidarse
Javier Arias González

viernes, 19 de marzo de 2010

Una buena forma de empezar el día

¿Qué pasa "biciosos"?

Te levantas a las 6:30 de la mañana.

A las 7:00 te pones a rodar.

A las 8:30 en punto llegas a Morata y te tomas un café.

Son 15 minutos de parada.

A  las 10:15 estas entrando por la puerta de casa.

76 kilómetros en las piernas. Sientes el esfuerzo, pero no estás agotado.

Mola.

El mapa:

View Bici-20100319-Casa Morata in a larger map

El perfil:
Los datos (del GPS):
  • Kilómetros: 76,11
  • Desnivel acumulado: 736
  • Tiempo rodando: 2:49:00
  • Velocidad media: 26,99 km/h
  • Velocidad máxima: 66,08 km/h
  • Km de la bici: 3.212
  • Pulsaciones medias: 149
  • Pulsaciones máximas: 181
  • Calorías consumidas: 2.301
A cuidarse
Javier Arias González

domingo, 14 de marzo de 2010

Multiherramientas Topeak Alien

¿Qué pasa "biciosos"?

Soy un fan de las multiherramientas de Topeak, en concreto de la serie Alien. Las he tenido todas, el Topeak Alien original (que creo que ya no se vende).

Todas ellas me parecen multiherramientas muy completas (26 herramientas la Topeak Alien II y 25 la Topeak Alien III) y me han sacado de más de un apuro cuando he tenido una avería en el monte. En cada una de mis bicicletas (Urbana, Carrtera y Mountain Bike) llevo una multierramienta Topeak de la serie Alien.

Aun así hay dos defectos que tienen que es importante resaltar. El primero es que estas multiherramientas se oxidan. Defecto importante si haces mountain bike en entornos húmedos (yo, además de por Madrid, también monto por Asturias) o si la lluvia no te sirve como escusa para quedarte en casa. De hecho la Topeak Alien III cuyas herramientas son de acero CrMo (Cromo Molibdeno) se oxida más que la Topeak Alien II cuyas herramientas son de acero endurecido. Este es el aspecto que tiene la Topeak Alien III que llevo en mi bicicleta de mountain bike después de un invierno.


El segundo defecto es que el bulón del trochacadenas es bastante sensible y se rompe con relativa facilidad. En mi experiencia con estas multiherramientas ya he roto dos. Uno de una Topeak Alien y otro de una Topeak Alien II. Lo bueno es que la Topeak Alien II estaba en garantía y me la cambiaron sin ningún problema una nueva.

En esta foto podéis ver el tronchacadenas sin bulón (arriba) de la Topeak Alien que llevo en mi bicicleta urbana y el tronchacadenas con bulón (abajo) de Topeak Alien III que llevo en mi mountain bike.


Conclusión
Las Multiherramientas de Topeak me parecen unas magníficas multiherramientas. De todas las que he probado la que me parece la mejor es la Topeak Alien II que es una versión mejorada de la Alien original y que, además de tener una herramienta más, me parece de más calidad en general que la Topeak Alien III. Como precaución esta bien el llevar la multiherramienta en una bolsa para evitar que se oxide y tener mucho cuidado a la hora de usar el tronchacadenas.

A cuidarse
Javier Arias González

martes, 9 de marzo de 2010

Las Seis Tetas

¿Qué pasa "biciosos"?

Crónica que tiene el objetivo de ser breve. Veremos que es lo que sale.

Las Seis Tetas es una ruta regular del Pakefte, posiblemente la única ruta regular del Pakefte. Al parecer dice la tradición que se celebra justo el sábado del fin de semana antes de la Bilbao-Bilbao. Como su nombre indica en la ruta se suben seis (re)pechos: Chiloeches, Renera, Fuentelviejo, Valfermoso, Majadillas y Lupiana (aunque en el perfil se ve que son seis (re)pechos y medio).

Uno de los pakefteros definió la ruta de la siguiente manera: "es cicloturismo al estilo pakeftero autentico; la tradicion dice que cada uno tiene que atacar en un puerto, para alcanzar la gloria en solitario, menos Josu, que ataca en todos, y Adrian, que solo ataca si hay turrolate."

Al final nos presentamos siete elementos Josu, Jose, Diego, Buje, Juan, Pilar y yo.

Empezamos a rodar tranquilamente, pero es que en esta ruta apenas llevas dos kilómetros y empieza la primera teta, Chiloeches.

En esta subida no hay gran historia. Nada más empezar la subida Josu se adelanta al grupo y abre hueco. Yo pienso en saltar detrás de él pero alguien del pelotón dice "Javier cuéntanos algún gadget de Google" y entre pitos y flautas me lio a hablar de la capacidad de transcripción de YouTube y Josu corona la teta sin oposición alguna, se cumple la tradición, la primera teta siempre es de Josu.

Llueve, poco, soportable, pero llueve. Comienza un terreno favorable y luego la bajada.

Segunda teta, Renera. A la entrada de un pueblo me paro a mear. Cuando entro en el pueblo a con la intención de alcanzar el grupo me encuentro con Buje que se ha quedado a esperarme en un cruce para asegurarse que tomo el desvío correcto. Nos unimos al resto del grupo justo donde empezaba la subida. Estaban todos... menos Josu que ya había "atacado". Esta vez no dejo que nadie me pregunte nada y pongo ritmo de "a ver si le alcanzo". Desde el grupo me animan, pero yo contesto que ya me saca mucha ventaja.

Y es cierto. Josu pedalea en la lejanía de pie sobre la bicicleta. Yo sentado y con cadencia. Me suben las pulsaciones con rapidez, pero poco a poco, muy, pero que muy poco a poco, el hueco se va reduciendo. Cuando llegando a su altura las pulsaciones las tengo en 183 y veo que Josu me hace una señal de que le adelante. Le contesto que no, que yo tengo que recuperar. Bajo un piñón y me quedo a su rueda.

Lo cierto es que no mucho. Apenas me bajaron las pulsaciones a 177 noté como el ritmo no me convenía, podía ir más rápido. Meto un piñón más y vuelvo a recuperar el ritmo que tenía. Poco a poco voy dejando atrás a Josu. Pero tampoco mucho. Cada poco miraba hacia atrás por miedo a que de repente pegase un tirón y acabase adelantándome. Coronó muy poco tiempo detrás de mi.

Tercera teta, Fuentelviejo. Vamos todos en grupo y de repente, poco a poco, como quien no quiere la cosa Juan se sale del grupo y abre un pequeño hueco. Yo no estoy seguro de si estamos empezando ya la tercera subida, pero por si acaso aumento mi ritmo para llegar a su rueda. Siento a Josu tras de mi.

Nos juntamos los tres. Llegamos a un cruce y veo un cartel que ponte 1,9Km a Fuentelviejo. Pregunto a Juan y me confirma que es allí a donde vamos. ¡Bien! calculo que kilómetro marcará mi velocímetro cuando lleguemos ¡ya tengo una referencia de cuando falta!.

El ritmo no es muy alto, pero Juan se queda. Yo me pongo a rueda de Josu y dejo que el trabaje mientras yo tengo un ojo en el kilometraje.

Miro hacia atrás y veo que se nos acercan dos de amarillo (esos chubasqueros) creo que son Buje y Diego. Josu mantiene su ritmo y yo sigo a rueda.

Pasan los metros y ahora ya tengo tres cosas en las que fijarme. Lo que hace Josu, que mantiene su ritmo; el kilometraje, cada vez falta menos y a los de amarillo, que se están acercando.

Busco el momento adecuado y cuando veo donde se acaba la cuesta me levanto sobre la bici. Meto un par de piñones y lanzo un ataque.

Yo diría que Josu no me sigue, pero como la bici de carretera es agradecida y siento que puedo pues meto un par de piñones más y corono el primero, pero al final no hubo tanta ventaja.

Antes de la tercera teta viene el conocido como el llano tajuñero. Una zona en la que si hace viento se tiene que sufrir de lo lindo. Lo bueno es que hoy no lo hace por lo que se rueda bien.

Ha llegado el momento de organizar un relevo y discutimos cómo debe hacerse. Intentamos relevos cortos y relevos largos, pero no es que nos salgan muy bien. Este grupo es como el ejército de Pancho Villa, cada uno tiene un estilo diferente y nos cuesta acompasarnos. Habrá que seguir practicando.

Lo bueno de haber hecho relevos es que entre práctica y práctica se pasaron los kilómetros y sin darnos cuenta ya estábamos en la falda de la cuarta teta, Valfermoso.

Esta vez en cuanto noto las primeras rampas me pongo a ritmo. Siento que detrás de mi se situa Jose y pienso ¡Coño! que llevo carga de la dura. Menos mal que se apiada de mi y me deja irme. Estoy sólo y pienso. Mira tío la clave aquí es abrir un hueco lo suficientemente grande para que a nadie se le ocurra que va a poder alcanzarte; aprieta ahora al principio. Y yo, voy y aprieto.


La subida a Valfermoso es preciosa. Prácticamente abajo se ve toda la subida y lo tienes fácil para calcular lo que te queda. Yo ruedo confiado, pero mis pulsaciones están muy altas, entre 181 y 184, esto se va a hacer duro.

Por si fuera poco miro para atrás y veo a tres de amarillo. Jose, Buje y Diego que suben charlando tranquilamente. Veo el hueco que tienen y enseguida me doy cuenta que si se organizan me cojen seguro. Intento aumentar el ritmo, pero no me sale muy bien; digamos que consigo mantener el ritmo que llevaba y no es poco considerando que ya iba al límite.

Con este panorama discurren unos dos o tres kilómetros. Yo noto que ya no voy. Estoy cansado, y tengo que bajar piñones porque las piernas ya no pueden con ese ritmo. Miro para atrás constantemente y aunque todavía hay distancia en todo momento tengo la sensación de que si dejan de hablar entre ellos me alcanzan en un periquete. Uff! Que largo se me está haciendo esto...

Ultima curva y ya veo la cima. Me pongo de pie sobre la bici, pero casi instantáneamente me vuelvo a sentar, no puedo ya ni con mi alma. Por suerte para mi el cálculo comparativo de la distancia que me queda y el hueco que les saco a los de amarillo me dice que llegaré yo primero. Me relajo un poquito y cuando llego a la entrada del pueblo me paro a tomar aire y a esperar a los demás.

Llegan me adelantan y alguien comentan, tío pero si no has coronado. ¡Anda, pues es verdad! Me consuelo pensando que la victoria moral es mía, pero lo que realmente quiero ahora es parar a tomar algo. Estoy muerto.

Pillamos el bar del pueblo sucio después de una fiesta la noche anterior y vacio en sus estanterías. Yo me tomo un café con leche en vaso y dos barritas dos para recuperar un poco. Todavía quedan 35 kilómetros que incluyen dos tetas y media.

Pilar y Juan empiezan la bajada antes que los demás. El resto del pelotón hacemos la bajada tranquilamente.

Quinta teta, Majadillas. Ni rastro de Pilar y Juan que van por delante. El resto del pelotón sube agrupado manteniendo una conversación animada sobre límites de velocidad para los coches. Casi sin darnos cuenta coronamos. Seguimos sin ver ni a Juan ni a Pilar. La tradición dice que este es el puerto de Juan, pero luego me entero de que ha sido Pilar la que ha coronado primera. Bravo por ella.

Bajada tranquila y en el terreno entre-tetas el grupo se queda dividido. Un grupo por delante con Juan, Pilar, Josu y Jose y un grupo por detrás con Diego, Buje y yo mismo.

Llegamos al pie de la sexta teta, Lupiana. A lo lejos vemos al grupo que va en cabeza, Jose ha saltado del grupo y va en cabeza en solitario. Hay mucho hueco, pero que carajo voy a intentar cojerle. Se lo digo a mis compañeros de grupo, se rien y me mandan recuerdos para los de alante.

Yo pongo un ritmo lo más alto posible; me pongo al límite. 182, 183, 185 las pulsaciones por todo lo alto. Menuda juerga de día estaría pensando mi corazón.

No tardo mucho en alcanzar a Juan, Josu y Pilar. Le pregunto a Juan cuanto queda y me dice que unos dos kilómetros. Miro el hueco que me saca Jose y pienso que tengo posibilidades. Sigo a mi ritmo mientras oigo a Juan que me advierte de que el puerto es más duro de lo que parece y que Jose me va a esperar para luego dejarme tirar. Creo que le contesté que ya lo sabía, pero con lo asfixiado que iba me temo que todo se quedó en una exhalación para el cuello de mi chaqueta.

El caso es que para mis adentros pensé que si Jose dejaba que yo le alcanzase podría tener alguna posibilidad de robarle la cumbre. Todo era cuestión de hacer que el hueco disminuyese lo suficiente para que él pensase que lo mejor era esperarme.

Claro que la teoría es perfecta, pero por más que pedaleaba a un ritmo endiablado el hueco no se reducía.

Yo insistía con la cabezonería de los desesperados, pero era evidente que la estrategia no estaba funcionando. Jose no había picado. El seguía subiendo a su ritmo y como luego me contó incluso en las últimas rampas subió un par de piñones para apretar un poco más.

Cuando nos juntamos yo ya había calculado que no le había podido recortar nada. Yo diría que llegó arriba con el mismo hueco por delante de mi que tenía cuando salí en su persecución. Aun así esta es la subida que más me gustó. Me había esforzado de lo lindo. Había mantenido un ritmo de pulsaciones endiablado y el cuerpo había reaccionado bien. Estaba muy satisfecho. Eso si, había quedado claro una vez más que "mi arrogancia extendía cheques que mis piernas no podían pagar".

El resto de la ruta fue muy tranquilo, y eso que en la media teta (que no puntúa) hubo un amago, pudiera ser que involuntario, por parte de Josu con la consiguiente respuesta mía, ésta totalmente voluntaria. El grupo se mantuvo unido el resto del camino y dimos por terminados los juegos.

En definitiva una magnífica ruta. Muy entretenida en la que practiqué un poco de todo. El despistarse de la primera teta, la remontada de la segunda, el ataque a traición de la tercera, la arrancada desde la base de la cuarta, el relax de la quinta, la machada infructuosa de la sexta e incluso el amago en la media teta. Todo en magnífica compañía.

El año que viene repito...

Con la bici de montaña.

Os dejo el mapa de la ruta:


View Bici-20100307-Las Seis Tetas in a larger map

El perfil:
Y los números de la ruta:
  • Kilómetros: 102,81
  • Desnivel acumulado: 1.511
  • Tiempo rodando: 4:40:55
  • Velocidad media: 21,9 km/h
  • Velocidad máxima: 52,50 km/h
  • Km de la bici: 464
  • Pulsaciones medias: 142
  • Pulsaciones máximas: 188
  • Calorías consumidas: 3.721

A cuidarse
Javier Arias González