Hoy tocaba ruta con el Pakefte. Quedada en la plaza de Legazpi y propuesta de una ruta de las clásicas del Pakefte. Legazpi - San Martín de la Vega - Vallekillas - Chinchón (tortilla) - Cienpozuelos (opción de tren) - San Martín de la Vega - Legazpi. Creo que son unos 100Km. Nos presentamos Patricia, Antonio González, Joseba y yo.
Muy frío, nada de lluvia y sin novedad hasta la Marañosa donde pudimos elevar nuestras temperaturas temporales marcándonos una subida alegre, pero sin excesos.
Bajada, sin problemas. Rotonda de la Warner, sin problemas. Siguiente rotonda, un grupo de ciclistas de carretera de corte fino parados. Saludo muy educado y saludan muy educados. Rotonda de Vallekillas, también sin problemas.
Empezamos a subir Vallekillas y Joseba se para a mear (yo también tenía ganas, pero me hice el machote). Patricia se descuelga un poquito y Antonio y yo empezamos a subir a un ritmo interesante.
A mitad de subida del primer tramo notamos el grupo de ciclistas hablando detrás de nosotros. Fue sólo un minuto, porque enseguida nos adelantaron con total facilidad, prácticamente iban silbando los tíos. "Menos mal", comentamos, "Nos hemos quitado una presión de encima"
Pequeño inciso. Que rabia me dio. No es que fuéramos a muerte, pero a mi me parecía que estábamos haciendo una subida muy digna. Siempre tiene que haber un grupo de "finos" que llegan para destrozarte el poco ego que te queda. Ni siquiera intente salir a su rueda, ¡la diferencia era demasiado abrumadora!
En fin, que nos adelantan y cuando ya habían abierto un hueco de unos 10 ó 15 metros el último dice "oye que el chico este no viene". Automáticamente levantaron el pie.
Como no podía ser de otra manera poco a poco nos fuimos acercando y acabamos adelantándolos. Iban sobrados, pero si levantan el pie y nosotros mantenemos nuestro (no tan mal) ritmo tenía que pasar.
Se ve que levantaron el pie de verdad, porque cuando llegamos al final del primer tramo miré para atrás y no los vi. ¡Mejor!. Antonio y yo comentamos la jugada. "Son unos cobardes". "No pudieron con nuestro ritmo". "Fuimos inteligentes dejándoles ir para estudiarles y luego machacarles" y demás comentarios de autoconsuelo.
Ya puestos, empezamos el segundo tramo de Vallekillas a buen ritmo. Antonio al ver que el corazón se me salía por la boca (185 ppm) tuvo la cortesía de dejarme pasar por delante en el premio de la montaña.
Al metro siguiente, obviamente, levanté el pie para recuperarme. Al tran-tran me dirigía hacia el comienzo de la bajada. Ese sitio donde siempre nos esperamos. Bueno, pues unos 10 metros antes de llegar va y me adelanta el grupo de ciclistas. ¡Que silenciosos los tíos! ¡Que rápidos! ¡Que rabia me volvió a dar!
Nos reagrupamos. Patricia había batido su tiempo de subida en más de tres minutos (no recuerdo si tardó 12 ó 14 minutos en hacerse la subida). Llegó el momento de mi disidencia. Puse la típica disculpa del horario: "entre pitos y flautas ya son casi las 11..." "no quiero no llegar tarde a casa...". Mejor me bajo a Morata, me tomo un café y me vuelvo a casa. Mis piernas se alegraron, mi estómago todavía me reclama su ración de tortilla.
Bajada rápida a Morata. Café tranquilo y vuelta para casa.
La subida a Vallekillas bien. Con algo de viento de cara (o sino no había viento no tengo disculpa) pero aun así a buen ritmo. Al llegar a la cima me marqué un alarde y acabé esprintando. ¡Ole, Ole y Ole!. Volví a pasar el límite teórico de ppm, pero que carajo me encontraba bien.
Bajada de Vallekillas rápida, como siempre.
Hasta la Warner bien, tranquilamente.
Subida a la Marañosa, de menos a más. Empecé tranquilo y acabé esprintando otra vez. Los últimos metros otra vez por encima de mis ppm máximas. Para mi que el pulsómetro se ha estropeado.
Llaneo en la cumbre de la Marañosa, de relax, que me faltaba aire.
Empiezo la bajada. Empieza a sonar el "Pena penita pena" interpretado a dúo por una grabación de Lola Flores y Malu (programa coñazo de fin de año en la televisión pública, tan cutre como eso).
Esta canción si me pilla mínimamente sensible me puede hacer llorar. Pero hoy no. Hoy me pilló feliz, optimista, alegre. Y lo que hizo fue que me diese por cantar. Pero no cantar de cualquier manera. Cantar a voz en grito. Hasta bajé el ritmo de pedalada para tener más aire. Cantar esta canción con toda tu alma cuando te sientes dichoso te sienta muy bien.
Claro que serían las 12:30 y el tráfico de ciclistas por el carril bici a esa hora era cuantioso, pero la verdad es que no me corté ni un pelo. Con casco, la braga por encima de la cabeza y las gafas no me conoce nadie. A demostrar que lo Plácido Domingo tampoco es para tanto.
El tema (nunca mejor dicho) es que después de esa canción empezó a sonar "Si estoy loca" de Malú.
Canción de raza que en mi estado no hizo sino profundizar en mis sentimientos de alegría y optimismo. ¡Pues ya puestos me marco la segunda!. Sin bajar el volumen, que se oiga.
La banda sonora me estaba poniendo las pilas pero bien. Empezó a sonar el White & Nerdy de "Weird Al" Yankovic. (Este video no se puede insertar, pulsa aqui para verlo en YouTube). Pues si yo ya estaba de buen humor vino el payo Yankovic y acabó de matarme.
Tengo que revisar el orden de mis canciones porque la siguiente fue el Kozmic Blues de Janis Joplin. Un triple salto mortal para aterrizar en el blues más desgarrado.
(La mia era la versión de estudio)
La verdad es que dio igual. Mi cerebro estaba inundado de endorfinas (tampoco es que hagan falta muchas) y ya puestos me marco otro cantecito. Eso si, esta vez jugándome la voz a tope. Transformando ese chorro de alegría desbordante en tonos de blues desgarrados.
Total que me acerco a la glorieta previa a la cuesta de los gitanos y adelanto a un ciclista de carretera. Me mira con sorpresa (otro más) mientras lo adelanto. Se ve que al tío no le sentó nada bien, porque en la misma cuesta de los gitanos me adelanta a toda leche (!hey que yo iba cantando!).
Se acabó lo que se daba. Estoy contento y todo eso, pero ya me han adelantado demasiados ciclistas hoy. Dejo de cantar. Yo creo que el tío, que ya estaba lejos, oyó que había dejado de cantar y apretó un poco más.
Le dio igual. Cuando llegamos a la rotonda que está justo antes del puente con el carril bici le alcancé. Los dos íbamos por la carretera. El corazón otra vez por encima de mis ppm máximas pero ahora que carajo ya me estaba empezando a acostumbrar. Obviamente no aflojé. En plena rotonda le adelanté y machaqué las piernas en la ligera cuesta arriba al lado de la gasolinera. Cuando llegó el llano ya estaba muerto. Una ligera mirada hacia atrás y vi que había abierto hueco. Me vacié sobre la bicicleta (Menos mal que venía ya una cuesta abajo) y acabé perdiéndole.
Si es que todos tenemos nuestro límite.
Sólo me quedó llegar a casa. Entré por la puerta bailando de tal manera que parecía que me iba a descoyuntar y las niñas se rieron con su padre haciendo el payaso.
Ducha calentita. Que relax. Que feliz soy.
Tengo los números de la ruta, pero hoy no me importan. Eso si, según el pulsómetro (que tiene que estar estropeado) estuve 3 minutos 22 segundos por encima de mis ppm. Lo que digo ya me empiezo a acostumbrar.
A cuidarse
Javier Arias González